Qué mejor que un pequeño elixir plutoniano para empezar el año 2024.
No puede haber luz sin oscuridad. Ésta es la misión de Plutón, con la que concluye el viaje iniciático solar de los tres transpersonales: sumergirnos en la oscuridad más profunda de nuestro ser para que podamos revelar la luz más auténtica. Cada puerta abre todo un mundo de descubrimientos, y cualquier descubrimiento significativo conducirá sin duda hacia el Ser, es decir, hacia el Sol.
En cualquier caso, para lograr interpretaciones dignas de ese nombre, debemos comprender el complejo, rico y fascinante simbolismo de Plutón.
Para renacer hay que saber morir, eso nos enseña Plutón.
No es cuestión de estar a gusto o no, sino de comprenderlo.
Si los antiguos consideraban que Marte y Saturno eran “maléficos”, ¿Qué pasaría con Plutón? ¿Podría ser él el “diabólico”?
De hecho, lo es. Pero sólo para aquellos que saben que el diablo también es hijo de Dios.
El sistema plutoniano por sí solo, compuesto por Styx, Nix, Kerberos (Cerberus), Hydra y Caronte, dice mucho sobre la naturaleza del arquetipo plutoniano y las funciones psíquicas y evolutivas que simboliza, percibidas por la experiencia humana.
Sin embargo, sin ir demasiado lejos, la idea principal de este artículo es explicar por qué malinterpretamos completamente a Plutón cuando lo caracterizamos como una influencia "negativa", como Marte y Saturno.
Quizás para empezar deberíamos recordar que a los ojos del sistema solar, lo positivo y lo negativo, lo bueno o lo malo, no tiene sentido. Son las condiciones humanas las que polarizan al dividir y calificar, porque lo que percibe la psique humana se decodifica de acuerdo con mecanismos arcaicos de supervivencia. A partir de entonces, dentro del inconsciente colectivo, ese paquete de memoria inconsciente perteneciente a toda la experiencia humana, el cual consultamos con frecuencia, la información se “recicla” de manera acumulativa y disociativa, lo que naturalmente genera grandes dificultades de asimilación de ciertos aspectos simbólicos que se manifestarán a nivel psíquico de manera a “trabajar” el arquetipo en cuestión y hacerlo evolucionar. La primera tendencia, naturalmente, será la de repetir interminablemente una y otra vez los aprendizajes de la humanidad, pero a veces tenemos la capacidad de crear algo diferente, de hacer evolucionar este “paquete de información” añadiéndole algo más evolucionado, y así Contribuimos directamente a la evolución de nuestra especie.
Dicho esto, la influencia de Plutón, por más pequeño que sea el cuerpo planetario, es inmensa. ¿Por qué ? Porque lo hemos observado, constatado, verificado y determinado. Pero también porque representa la transformación, y nuestra psique no está lo suficientemente evolucionada para poder soportar la extrema intensidad de lo que implica la transformación. De hecho, en general la especie humana, al menos en Occidente (que lamentablemente se ha extendido a la mayor parte del planeta), prioriza sobre todo su necesidad de estabilidad, tanto material (Tauro) como emocional (Cáncer).
Si Saturno representa o simboliza la muerte, se trata de la del cuerpo físico. Es decir la muerte como fin. El cuerpo tiene un límite de tiempo. A nivel biológico todo tiene un final.
Plutón no simboliza la muerte, pero simboliza la transformación, que en sí misma incluye la muerte pero no se limita a ella. Por extensión, Plutón es una descarga de máxima intensidad que tiene como objetivo liberar, sanar, transformar y permitir la evolución. No hay evolución sin muerte, y no hay creatividad sin nacimiento, a partir de entonces entenderemos que es gracias a la muerte que nuestra especie puede evolucionar. Plutón simboliza la muerte de todas las cosas pero no como un punto final, sino como un proceso de transformación que permite que algo nuevo vuelva a vivir, simboliza el compost psíquico. Plutón, para entenderlo mejor, se puede comparar con un auténtico alquimista.
Por tanto, el problema no es la muerte como tal, sino la falta de aceptación de la cultura occidental en relación a lo que simboliza la muerte. Por un lado, miles de años de manipulación religiosa, buscando siempre el control y la dominación. Hoy en día, limitaciones científicas que no van más allá de una comprensión puramente biológica, donde la muerte, aunque profundamente omnipresente en la vida orgánica, permanece desterrada de su verdadero significado.
El hecho de que la muerte no esté integrada como parte de la vida dentro de la especie humana crea numerosas anomalías sociales producidas por toda la resistencia interna resultante del gran conflicto interno: el miedo. Derivado del miedo, la corrupción, el poder, la necesidad de control, dominación, destrucción (aquello que no tiene sentido), los celos, la posesividad… Del miedo a manifestar esta inmensa fuerza de destrucción, ella misma a la raíz de la curación, nacen muchas psicopatologías, movimientos terroristas, extremistas de todo tipo, todas manifestaciones del lado no integrado de Plutón.
Plutón son los tesoros que se encuentran en el interior. Si miramos hacia afuera encontraremos petróleo y lo convertiremos en oro. Es en cierto modo el nivel más bajo de alquimia que simboliza. En el nivel más alto, encontraremos la capacidad de transformar el odio en amor, la ira en humildad, el sufrimiento en resiliencia, el juicio en compasión, encontrar el camino hacia el perdón y abrirnos al amor propio sin el cual nada más es posible. Es en este sentido que Plutón es la tercera puerta iniciática Solar: nos permite profundizar en nosotros mismos para transformar nuestra verdadera identidad y personalidad y hacernos descubrir una parte de nosotros mismos diferente, liberada, evolucionada y llena de conciencia.
Así, muchas prácticas chamánicas son plutonianas, al igual que las prácticas psicoterapéuticas, métodos transpersonales o trascendentales de liberación, curación y transformación. Cualquier acto de superación, ya sea con o sin consideración de nuestras verdaderas emociones y sentimientos, es plutoniano. En el primer caso se trata de una transformación personal, en el segundo caso, de una polaridad transpersonal directa (ver artículo polaridades transpersonales en la web de CEIA).
Plutón es fundamental para entender a Escorpio. Nos entrega a lo inevitable, a lo inefable, a lo que es parte de algo más poderoso que la voluntad humana individual. Nos obliga a arrodillarnos ante la inmensidad omnipresente de una jerarquía divina, pero no por perversidad, sino por comprensión profunda de una humildad proveniente de la integración de la muerte.
Es difícil percibir lo que trae consigo la comprensión de la muerte, pero podríamos imaginarla así: si pensamos que todo se acaba con esta vida, no importa lo que hagamos con ella. Como dice la ignorancia: todos vamos a morir algún día así que es mejor vivir al máximo. El problema es que vivir al máximo a menudo se considera “hacer cualquier cosa”.
Si vemos la muerte biológica como un simple paso en nuestro verdadero viaje de aprendizaje, entonces será importante que hagamos algo constructivo con ella, porque habrá una continuidad que nos animará a prestar mucha más atención a lo que hacemos con nuestra vida y con nosotros mismos. Por ejemplo, la destrucción de la Tierra está ligada a esta percepción errónea de la muerte, donde al final a nadie le importa transformar la Tierra en basura porque en un determinado número de años morimos y eso se acabó.
Toda la sociedad occidental se basa en esta manipulación.
Una vez más, el hecho de que la muerte no es el fin, sino sólo un proceso de transformación, es evidente para cualquier ser que sea capaz de observar "ligeramente" más allá de su condicionamiento o adoctrinamiento básico. El otoño se manifiesta profundamente en este poderoso simbolismo: las hojas cambian de color y luego caen de los árboles. ¿Mueren? Sí. ¿Desaparecen? No. Todos los microcomponentes de estas hojas regresan a la Tierra y la nutren, y volverán al árbol, arrastrados por las aguas profundas.
La vida incluye la muerte.
El camino de Escorpio, rico en simbolismo, dirigido por Plutón nos enseña a contemplar todo lo que es sin restricción alguna. De las sombras aparecen el sexo, la muerte, el dinero, el odio y cualquier tipo de comportamiento, pensamiento o sentimiento que vaya en contra de las ideas y creencias propias de nuestro sistema cultural, social, religioso, etc. Pero el verdadero aprendizaje plutoniano, y por extensión Escorpiano, es que todo “a lo que se resiste persiste”, y que sólo la aceptación permitirá transformar los miedos en sabiduría. A partir de entonces, la represión será el comportamiento básico de todos los Plutonianos, sean quienes sean, o de todos Plutón, dondequiera que se encuentre en una carta: como un volcán, durante mucho tiempo las poderosas lavas permanecerán ocultas, silenciosas, discretas, desconocidas, hasta que el día en que un tránsito significativo activará el poder plutoniano de liberación y en el que cualquier creencia de dominación y control del instinto destructivo y evolutivo del ser quedará reducida a cenizas. Y esto puede conducir a un proceso de liberación espiritual y sanación profunda, así como a un acto terrorista. Sólo el nivel de conciencia variará el “Plutómetro”.
Porque estemos seguros: el ser tiende a la curación. Tiende a la liberación. Tiende a la destrucción, no porque sea mala, sino porque es necesaria. La enfermedad en sí misma es un instinto de supervivencia, adaptación y/o curación.
Celos, resentimientos, manipulaciones, miedos, pánicos, terrores, fobias, suicidios, crímenes y tantos otros son sólo facetas superficiales de un inmenso poder reprimido frente a un Saturno demasiado rígido. Es una realidad observable, difícil de vivir con ella sin duda, pero innecesaria.
De modo que la depresión en sí misma es una reacción plutoniana. Si entendemos su simbolismo y el problema que plantea, también encontraremos el elixir para remediarlo. La depresión es un estado del ser que no avanza y que abandona su camino porque no ve cómo continuarlo. La resistencia no permite que el ser en cuestión continúe su camino.
Cualquiera que sea el área de experiencia (la casa) donde se implica Plutón, requerirá una necesidad de transformación que puede revelarse según el contexto proporcionado (los aspectos). En este sector se le pedirá vivir un verdadero proceso de liberación que permitirá al nativo profundizar en la verdadera naturaleza de su ser para abrirse a una vida más rica y auténtica. Se sentirán momentos complejos de ruptura y destrucción de lo que fue para que el nativo pueda vivir la muerte simbólica y luego, con suerte, su renacimiento espiritual. Dependiendo de la resistencia de cada persona, la experiencia de transformación puede contactar con un sufrimiento profundo y luego con una curación profunda.
Como siempre, Saturno, por su simbolismo, podrá oponerse a la destrucción en una creciente necesidad de control, y por tanto intensificar el sufrimiento, o facilitar la apertura de una madurez y una responsabilidad estructurante del verdadero ser y profundizar el redescubrimiento de un Sol singular, propio de sí mismo: en constante movimiento.
Plutón es una puerta iniciática Solar, en el sentido que redefine completamente aquello a lo que se aferra la personalidad y la identidad para sobrevivir y volverse autónoma, de manera que permite una consecuente evolución del ser que la sustenta. Iniciático porque es a través de experiencias de máxima intensidad que nos “obliga”, a pesar de todos nuestros miedos y resistencias, a abrir nuevas puertas, recurriendo a todas nuestras fuerzas y a buscar en lo más profundo de nosotros mismos la luz en momentos que parecerían los más oscuros.
Queda mucho por decir, demasiado para un solo artículo, pero conociendo su simbolismo podemos abrirnos a lo que intenta transmitirnos, en lugar de resistirnos a lo inevitable y, por tanto, sufrir innecesariamente.
Obviamente son los diferentes aspectos de Plutón que formarán una lectura verdadera.
Depende de las resistencias de cada uno abrirse a un Plutón que no tendrá que generar sistemáticamente fuertes terremotos para ser escuchado: nuestra psique no admite la intensidad plutoniana, todavía no. Sin embargo, somos capaces de abrirnos a lo que él nos ofrece. Para ello es necesario disolver las resistencias, porque son estas últimas las que harán que la intensidad del Plutón lleve una carga destructiva cada vez mayor. Pero generalmente lo que la energía plutoniana permitirá resurgir de las profundidades son paquetes grandes, muy consistentes y complejos, ricos en emociones, dolor, sufrimiento, y dependiendo de nuestras resistencias y nuestro nivel de vida y apego, esto nos costará más o menos, hasta todo. Lo que debemos de hacer es abrirnos suavemente a lo que viene, dejando de lado nuestra necesidad de control. Es en nuestra capacidad de llevar a cabo este trabajo que será más fácil convivir con el movimiento plutoniano, o por lo menos menos complejo. Ahora bien, una cuadratura sigue siendo un cuadratura. Hay que interiorizarlos.
Comprender a Plutón hoy no es una tarea que debamos realizar en vano. Es una necesidad fundamental de la especie humana.
Si entendemos el funcionamiento del ser humano individual entonces por extensión entendemos el de la especie humana.
En la mayoría de los casos, es afrontando de todo corazón las crisis más complejas de la vida como nos vemos llevados hacia la necesidad de transformarnos.
Lo mismo ocurre con la especie humana.
No podemos negar en este momento la destrucción masiva de nuestro planeta, pero es cierto que tenemos la pésima tendencia a ser posesivos, pero la Tierra no nos pertenece y sabrá recordarnos que no somos sus dueños. No estamos destruyendo el planeta, sobrevivirá. Es la especie humana la que se precipita hacia la aniquilación absoluta de un mundo natural, para abandonarse a la vida artificial. Esto no es una hipótesis, es una observación.
Plutón reingresará casi definitivamente a Acuario el 21 de enero de 2024, y nos llevará hacia la exploración de esta marcha final hacia la destrucción de un mundo “tal como lo conocemos”.
Esto no es algo negativo en sí mismo, pero probablemente inevitable. La evolución, profundamente significada por el hecho de que estamos condicionados a vivir no más de 90 a 100 años, nos permite no mantener registros de conocimientos antiguos. La evolución es un tejido lento, donde cada generación aporta algo que se agregará al inconsciente colectivo. Sin embargo, los memorias que nos animan inconscientemente siguen siendo arcaicos, primitivos y no contienen las luces transpersonales recientemente descubiertas y aún no integradas psicológicamente.
La vida se vuelve dolorosa cuando lo que amamos desaparece, sobre todo si pensamos de forma lineal, es decir de acuerdo con que todo llega a su fin. Es difícil para quienes aman la naturaleza, la belleza de la Tierra en todas sus formas, ver tanta destrucción. Sin embargo, todavía podemos amar y continuar nuestro viaje con este objetivo, sin expectativas.
Este año 2024 estará fuertemente afectado por Urano y Plutón, ambos en trígono durante un buen rato - dependiendo del orbe que consideren cada uno -. Urano, dispositor de Plutón (desde su entrada en Acuario), en trígono con este último. Una configuración muy particular, profundamente simbólica de una era Uraniana donde los desarrollos de la inteligencia artificial, la creatividad tecnológica de las nuevas generaciones y las transformaciones bioclimáticas de la Tierra protagonizan un nuevo mundo del que todavía sabemos muy poco. Precisamente esta es la gran dificultad de Acuario, saber hacia dónde nos lleva. Todavía podríamos tender a creer que controlamos esta evolución, pero los beneficios del tránsito de Plutón en el signo de Capricornio han puesto en escena grandes cuestionamientos sobre los poderes económicos, institucionales y sociales a la dirección y control de un mundo cambiante.
Los señuelos de Piscis persisten e intentan crear un sentimiento de unificación y disolución de las diferencias mientras Saturno completa un tercio de su viaje en este signo. Grandes revelaciones se sentirán cuando Saturno y Neptuno completen un nuevo ciclo zodiacal para expresarse posteriormente a través del fogoso Aries. Si tenemos mucho que esperar del 2024, no creo equivocarme al decir que el 2025 será mucho más revelador, significativamente impulsado por la entrada de Urano en Géminis, además de lo ya mencionado.
Marte tendrá voz y voto a la hora de acercar la luz de Saturno hacia Neptuno, lo que marcará el inicio de su futura conjunción.
Para encontrar dirección en medio del caos, no tendrás que ir muy lejos. La conjunción/oposición del eje Nodular con Quirón mostrará un camino de sabiduría y esperanza en los momentos más impredecibles de la historia humana, mientras que la conjunción Júpiter-Urano marcará nuevas iniciativas probablemente orientadas a una reestructuración de nuestro sentimiento de estabilidad interna, hasta ahora profundamente anclado dentro del materialismo y la necesidad de comodidad Taurinos. El precio de este confort es cada vez más conocido, y es muy significativo para quienes no disfrutan de aquel, es decir, la gran mayoría de los individuos que pueblan esta Tierra.
Podemos leer los tránsitos anuales en muchos niveles de interpretación. A riesgo de parecer abstracto, ¿es mejor comprender el movimiento energético de la Tierra, simbolizado precisamente por el cielo actual, que interpretar hechos y movimientos sociales cuyos hilos subyacentes apenas podemos ver? Una marioneta que, sin embargo, parece autónoma.
En Astrología como en todo en estos momentos, muchas pronósticos para muy poca certeza. Sólo nos queda intentar encontrar un poco de humildad para percibirlo.
Si percibimos el caos que se está gestando, es con sabiduría que debemos comprenderlo, “por cada bomba que cae, miles de abrazos alimentan la vida” (Facundo Cabral). Es una elección que todos tenemos que hacer en algún momento: el miedo o el amor.
Hay mucho que decir sobre el año 2024, en lo que respecta a la Tierra o a la especie humana, percibida desde el punto de vista Astrológico. Pero la verdadera Astrología no concibe un evento, no es predictiva o incluso no se acerca a serlo. Aún más, nos permite ver todo el marco energético en funcionamiento.
A pesar de todo, los acontecimientos ligados al simbolismo de los movimientos planetarios no se dan a conocer en el primer grado de entrada en un nuevo signo, o en un nuevo aspecto. La dimensión energética hace su trabajo, lentamente, hasta que finalmente algo se cristaliza. Recordemos: no leemos un cielo relativo exclusivamente a los seres humanos, interpretamos un cielo que remite al proceso evolutivo de la Tierra y a estos movimientos.
Desde luego hay que relativizar la interpretación porque, aunque su refutación fue demostrada hace mucho tiempo, el Hombre sigue sintiéndose en el centro de todo.
Recordemos finalmente que de un año a otro, los tránsitos, eclipses y otros movimientos nos permiten comprender lo que estamos viviendo y encarnar lo que somos, pero el cambio depende de nosotros. Impulsado por los aspectos potencialmente más constructivos, el ser humano puede no beneficiarse de ellos. Lo contrario también es válido.
Nuestra carta natal nos da los materiales. Los tránsitos, progresiones y otros nos dan las herramientas. Pero corresponde a nuestra Conciencia (libre albedrío) tomar las herramientas disponibles para construir algo sólido. Si de paso nos cortamos, es parte del proceso de aprendizaje. Seguimos nuestro camino. Es como individuos que podemos construir una vida mejor, porque “Quien mira afuera sueña, quien mira adentro despierta” (C.G. Jung).
De lo individual a lo colectivo. Son los ríos los que se unen al océano, y no al revés.
Entonces, un hermoso año 2024 para todos, y... que los astros no les sean favorables, si no reveladores de sentido, porque es en el encuentro con el sentido donde la vida toma su impulso, que el ser se inspira y permite una redefinición de lo que creía ser y, por extensión, de toda su visión del mundo en el que vive y con el que interactúa.
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